lunes, 21 de abril de 2014

Cuba y su nueva Ley de Inversiones: del desarrollo sostenible al neoliberalismo (1)


Afiche en contra del capitalismo (Autor: Garra).

El pasado 16 de abril el gobierno cubano decidió publicar la nueva Ley de Inversiones, tres semanas después de aprobada por la Asamblea Nacional. Aprovechó la Semana Santa, fecha en las que los medios de comunicación internacionales están centrados en cuestiones festivo-religiosas que acaparan casi todos los espacios de información. ¿El parecido con las estrategias de ciertos gobiernos europeos para decretar las medidas más impopulares en días festivos, es pura coincidencia?

Hago esta pregunta para motivar la reflexión, aunque ahora me centraré no en las estrategias de comunicación sino en la esencia del discurso comunicado; cuyo primer “POR CUANTO” dice:

“Nuestro país ante los desafíos que enfrenta para alcanzar un desarrollo sostenible puede, por medio de la inversión extranjera, acceder a financiamiento externo, tecnologías y nuevos mercados, así co­mo insertar productos y servicios cu­banos en cadenas internacionales de valor y generar otros efectos positivos hacia su industria do­méstica, contribuyendo de esta manera al crecimiento de la nación.”

Quienes tengan alguna experiencia como investigadores(as) pueden reconocer que esta es la hipótesis científica del proyecto del gobierno cubano. De ella discutiré lo que, entiendo, es su principal categoría de análisis: el “desarrollo sostenible”.

El “desarrollo sostenible” viene siendo la categoría central desde los “Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución” (2011). Es un concepto asumido como axioma que no necesita verificación y es una verdad absoluto. Sin embargo perspectivas progresistas como las de la Ecología Política o la Teoría del decrecimiento, enfrascadas en promover una sociedad global más justa y compatible con la lógica de la naturaleza, hace muchos ue lo han puesto en entredicho, demostrando que este ‘desarrollo’, aún con el apellido “sostenible”, no es más que lo mismo. ¿No conocen esto los economistas cubanos?

Como explica Serge Latouche en su libro “Sobrevivir al desarrollo. De la descolonización del imaginario económico a la construcción de una sociedad alternativa”—¡escrito en 2004, hace una década!— el concepto “desarrollo sostenible” está en la línea de conceptos como “desarrollo”, “desarrollo humano”, “desarrollo local” y otros que representan la impostura desarrollista. En ese sentido el autor nos advierte que, así como en Europa el “socialismo” fue una esperanza en nombre de la cual unos hombres valientes y generosos se sacrificaron pero también sacrificaron a generaciones y generaciones para construir un futuro radiante, lo mismo ocurrió con la esperanza del “desarrollo” en los países del “Tercer Mundo”.

El “desarrollo” -- explica Latouche-- es una esperanza sospechosa en sus orígenes y sus fundamentos, ya que fueron los occidentales quienes la llevaron consigo a los países que antes habían colonizado; es una esperanza que los dirigentes y las élites de los países nuevamente independientes presentaron a sus pueblos como la solución a sus problemas. El proyecto desarrollista era incluso la única legitimidad confesada de las élites en el poder.

“Los responsables de los jóvenes Estados estaban ligados a contradicciones indisolubles. No podían rechazar el desarrollo ni construirlo. No podían, en consecuencia, ni rechazar introducir, ni lograr adaptar todo lo que forma parte de la modernización occidental: la educación, la medicina, la justicia, la administración, la técnica. Los frenos, los obstáculos y los bloqueos de cualquier naturaleza, tan queridos por los expertos economistas, hacían poco creíble el éxito de un proyecto que implicara acceder a la competitividad internacional en la época en que se preparaba la hiperglobalización actual, es decir la guerra económica generalizada” [pág.10]

Repasando este libro, escrito hace una década sobre cuestiones que iniciaron 50 años antes, parece que está escrito sobre lo que acontece en Cuba hoy. Es una muestra más de cuan retrasados y ajenos están los políticos y tecnócratas de los enfoques anticapitalistas más actuales. Desde mi punto de vista, este alejamiento es voluntario, pues sí conocen bien as políticas desarrollistas que dictan el FMI o el Banco Central Europeo.

Comprender todo lo que está detrás de concepto “desarrollo sostenible” requiere de un espacio más largo del que puede ofrecer un post. En ese sentido, para motivar el debate, sólo recordaré, como señala Serge Latouche, que detrás de la promoción de conceptos como “desarrollo sostenible” (presentado en la conferencia de Río de 1992), “desarrollo socialmente sostenible” (promovido en la Cumbre de Copenhague 1995)  o “desarrollo humano” y “desarrollo local” (propuestos por el PNUD) siempre han estado instituciones económicas transnacionales cuyo fin es el desarrollo “puro y duro”.

Como ejemplo Latouche menciona el papel del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional; o el World Business for Sustainable Development, cuya fusión con la Cámara de Comercio Internacional dio origen al Business Action for Sustainable Development (BASD), que formaría un lobby de 163 empresas multinacionales –entre las que se contaban AOL-Time-Warner Areva, Michelin, Suez, Texaco, Dupont—, presentes en la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible en Johannesburgo 2002.

¿A quién, entonces, le interesa el “desarrollo sostenible” cubano?¿Es casual que la ley de inversiones extranjeras, o más concreto, proyectos como el puerto de “El Mariel”, estén pensados para negociar con las grandes empresas?¿Una transnacional brasilera es menos imperialista que una norteamerica?

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