Las verdades a medias, junto con la verdad fuera de contexto (que es otro tipo de media verdad), son peores que las mentiras, ya que pueden convencer más fácilmente al receptor del mensaje con la parte de verdad aportada. Los nazis emplearon en su propaganda (Goebbels fue su alma) desde la mentira directa, la media verdad y/o la verdad fuera de contexto.
David Welch (1983). Nazi Propaganda;
citado en Wikipedia, entrada “verdad a medias”
El pasado jueves 24 de enero de
2013 las 7:00 pm fui a la sede del Centro de Información Científica de la UGR para
escuchar la conferencia “Los medios de comunicación frente a Cuba”, que impartiría el periodista español Carlos Tena y organizaban la “Plataforma de Solidaridad
con el Pueblo Cubano” y la Asociación de Amistad Granada-Cuba “Nicolás Guillén”. El Seminario “Otro Pensamiento es Posible”, del
Vicerrectorado de Extensión Universitaria de la UGR, la apoyaba logísticamente.
Ya me habían advertido de
no perder el tiempo en ir, porque no encontraría más que una horda de los más
rancios y dogmáticos especímenes del PCE, y no precisamente a militantes
capaces de hacer uso de las potencialidades que, no lo dudo en lo absoluto, sí
ofrece la dialéctica marxista. No obstante, fui. Esperaba algún debate sabiendo
que varias personas habían salido inconformes (por no decir enfadadas) de la charla
que tres meses antes organizó este mismo Seminario, en la que se invitó al Cónsul
de Cuba en Sevilla para defender el “sistema democrático cubano”.
¿Qué puedo decir? Lo que esperaba
que fuera una “conferencia”, esto es, un espacio donde se aportan datos o ejemplos
concretos de manipulación contra Cuba, con el mayor rigor científico y
periodístico posible, empezó y terminó siendo un burdo ejercicio de manipulación
sobre Cuba (a favor del gobierno). ¡Ni datos ni nada! Carlos Tena, contando su experiencia de vivir 6 años en La Habana, quiso
demostrar entre otras cosas ¡que en Cuba se podía vivir con 450 pesos! (No
leen mal, habló de Pesos no de CUC). Fueron casi 45 minutos de medias
verdades intencionadas, que es lo mismo que decir completas mentiras y
tergiversaciones.
Su exposición comenzó criticando
el marcado interés que muestran por Cuba las grandes agencias de prensa internacionales,
que llegan a tener reporteros permanentes en la Isla. Así, preguntaba por qué
tanto interés en un país tan pequeño, e insistía -lo dijo varias veces- que se trataba del intento por desacreditar un modelo que es alternativo al
sistema capitalista porque da a sus ciudadanos todo lo poco que tiene.
Lo que no dijo Tena, es que en
Cuba no hay permisos de prensa independiente y que toda la prensa que existe es
oficial. Curiosamente, su silencio contrasta con los horrores que sí dijo sobre la prensa
oficial y los grandes medios en España (lo que tiene sentido, y la falsa foto de
Chávez en El País le vino como anillo al dedo). Contrasta también con la defensa que
hizo de los espacios alternativos y los blogueros; algo en lo que, por supuesto,
mostró un doble rasero, porque intentó por todos los medios desacreditar a los blogueros
cubanos que luchan por un cambio en Cuba y se expresan contra el gobierno. ¿Qué
pasa Tena? ¿Que en España sí pero en Cuba no?
Aquí vino otra vez la manipulación: ¡Ya los cubanos
tienen acceso a Internet! ¡Ya está el cable venezolano! Otra media verdad que
ignora la nota de la Empresa telefónica cubana (ETECSA) publicada unos días antes en
Granma, en
la que queda claro que para tener Internet falta mucho, y en la que no hay
ninguna señal de que las personas comunes y corrientes puedan tener ese
servicio en casa. Tena tampoco dijo nada de la corrupción que ha envuelto el caso de
la fibra óptica de Venezuela a Cuba. Más
bien, señaló que “…hasta Jamaica con su marihuana llegó el cable venezolano, y ahora lo disfrutan los rastafari”. (El orden de las palabras no fue esa, pero sí
hizo alusión a la marihuana y a los rastafari, algo que realmente me indignó
mucho porque sentí en ello una fuerte intención despectiva). Según Carlos Tena,
la conexión de salida de Cuba es lenta porque aun hace falta un cable de salida. Es lo que,dijo, le explicó un especialista cubano.
La segunda parte de su charla fue
todo un cuento de hadas de cuando él vivió en Cuba cobrando el sueldo promedio de
los cubanos, los 15 dólares “que tanto insiste una tal Yoani que no alcanzan para viri” –dijo
él. Según cuenta este señor, quien dijo querer para Cuba una transición como la
española (según sus palabras, en España transición es más franquismo por tanto
en Cuba debe ser más castrismo), él vivió
en La Habana desde 2003 al 2009 cobrando 450 pesos cubanos.
“Lo difícil fue buscar un trabajo”,
afirmó mientras comentaba que los extranjeros sólo pueden hacer algo para lo cual
no esté capacitado un cubano (lo que es más o menos verdad); y mientras explicaba
que, por su experiencia y lo que sabía hacer, no tuvo muchas más opciones que
trabajar en el Centro Iberoamericano de la Música, que está adscrito al
Ministerio de Cultura. Allí él podía ser la parte “ibero”, decía antes de contar la anécdota
del primer día de trabajo:
-
¿Tú eres el gallego? ( le habría preguntado el
custodio en la puerta de entrada)
-
Sí, yo soy el gallego. (dice que respondió)
Carlos Tena bromeó que, aunque es
de Madrid, tuvo que asumir que en Cuba todos son “gallegos”. Después de la
broma, llego el nuevo chorro de mentiras o verdades a medias. La primera, es
que allí almorzaba muy bien por 1 peso cubano.Me pregunto alrespecto si Carlos Tena sabe que el Ministerio de Cultura puede subvencionar esa comida porque, desde
los años 90, tiene un sistema económico privilegiado que se sustenta en los
impuestos a los artistas, quienes han sido privilegiados respecto a los demás
profesionales en Cuba porque han podido trabajar y cobrar de forma
independiente; e incluso, cobrar grandes sumas de dinero en pesos convertibles.
Ese privilegio de un almuerzo
relativamente decente no lo tienen las instituciones de base del propio Ministerio
de Cultura. El Centro Iberoamericano de la Música no es propiamente una institución
de base. Pregúntese que comen en los museos municipales, las casas de cultura y otros centros de base las personas que allí trabajan, tanto especialistas como el resto de la plantilla.
Ese almuerzo tampoco
lo tienen la mayoría de las instituciones laborales del Estado, donde ha sido de tan
mala calidad que el gobierno de Raúl llegó a decidir que era más rentable dar
una dieta de 10 pesos diarios a cada trabajador, para almorzar por su cuenta, que
seguir manteniendo los comedores obreros.Como resultado de esta medida, se dio la bochornosa situación en
que las personas recibían por este concepto una cantidad que era tanto o más
que el salario que devengaban para mantener a sus familias. Además de la mala calidad de las comidas que han ofertado, sobre todo después de los noventas, los comedores han sido siempre el lugar donde más robos y desvío de recursos se comenten; verdaderos sacos sin fondo a donde van a parar los recursos de papá-Estado.
Otra de las burdas falacias de Carlos Tena, fueron sobre el trabajo. “¿Cómo no comprender que los cubanos sean ineficientes y lentos con
40 grados celsius?”, dijo mientras comenzó a lanzar una serie de tópicos
pero ni una sola crítica al modelo empresarial, o las jerarquías laborales que llegan a ser verdaderos ejemplos de diferencia de clase. Eso
sí, muchas alabanzas al compañerismo: “¡Hasta me hicieron una fiesta de
cumpleaños!”, exclamó. No sé si Carlos Tena preguntó a esas personas cuánto
costó la fiesta; porque cada botella de ron cuesta entre 50 y 60 pesos cubanos.
Hay en este dato del salario medio
otra falacia. Ello no significa que todas las personas lo cobren. Mi
madre, por ejemplo, apenas cobra el salario mínimo de 250
pesos (o algo más o menos); que es lo que cobra en general todo universitario
durante los dos primeros años de trabajo. salvo los que van a parar a
instituciones específicas con alguna remuneración adicional. Y coste que en el 2003 ese salario mínimo era de 198 pesos.
Otra falacia está en que Carlos Tena
no dijo a qué familia tenía que mantener. No se trata sólo de que una persona
viva modestísimamente con 450 pesos. Él no dijo cuántos zapatos o ropa tuvo que
comprar, cuántas meriendas para que los niños fueran a la escuela, cuántas medicinas
que no hay en la farmacia y debes comprar en la diplo-farmacia (las farmacias
para extranjeros) cuando tu abuela se está muriendo. Él no dijo cuántas íntimas
(tampones) tuvo que comprar en pesos convertibles, porque el paquete de algodón
que venden a cada mujer por la “libreta” (cartilla de racionamiento) no alcanza
ni para 3 días de menstruación. En fin, entre otras anécdotas que no meritan que les dedique más tiempo y espacio, Tena no habló de un largo etcétera que los cubanos y
cubanas conocemos muy bien.
¡Cuál fue mi indignación ante
tanta falacia que quedé desconcertado! Así, fui el primero en pedir
la palabra. Pregunté al auditorio si permitirían a que hablara durante ocho minutos un cubano
que tiene muchas críticas, ya que habían escuchado a
dos españoles hablar sobre Cuba durante ochenta. (Previo a los 45 o 50
minutos de Carlos Tena, había hablado también el presidente de una de las
asociaciones para lanzar todas sus difamaciones respecto a los medios internacionales
y la disidencia cubana). Sobra decir que el público, esa veterana horda que antes mencioné, no estuvo de acuerdo. “¡Es mucho!”, dijo una
señora.
El coordinador del Seminario finalmente me dio la palabra. Hice saber que tenía preguntas tanto para el
público, el coordinador como el ponente. “¡NO tienes que preguntarnos nada!, dijo
alguien del público y unas personas más. Pregunté al coordinador si organizaría
una charla mostrando una perspectiva crítica. Un rancio de la horda
interrumpió: “¡Organízala tú!”
Dirigiéndome a Carlos Tena, le dije
que no iba a discutir sus puntos de vistas, que sólo quería saber si para él
todos los disidentes estaban pagados por el Imperio. Pregunté: “¿Hay presos
políticos en Cuba? Y si no los hay, ¿por
qué está preso mi hermano, quien sólo ha hecho lo mismo que el 15 M, es decir,
protestar pacíficamente, lanzar volantes con consignas, ocupar espacios
públicos? Mi hermano que está enfermo de SIDA y tiene dos niños pequeños.”
La respuesta vino del presidente
de la asociación: “¿Y cómo sabemos que tienes un hermano? ¿Y cómo sabemos que
está preso? Y si es uno, es uno sólo. ¿Por ello vamos a negar al sistema? ¡Cuántos
no hay aquí!”. El mismo rancio veterano interrumpió otra vez: “¡Lo que dice es
mentira!, ¡Tú y tus amigos que venían contigo vinieron a molestar!”.
Fue cuando Carlos Tena tomó la
palabra: “Yo vine a aquí a hablar de la campaña de los medios contra Cuba.” Ante
tanto cinismo, me volví hacia el auditorio: “Sigan juzgando a Cuba por la
experiencia de explotación que viven aquí.”
Tomé mis cosas y salí.
Todavía no puedo decir con
certeza si valió la pena o no ir a ese encuentro. Apostaría a que sí, porque la
indignación es la primera fuente de energía para la lucha, y me llevé mucha. Diría
que sí también porque, las tres personas que estaban sentadas detrás de mí y
salieron antes —esas mismas que el rancio confundió con mis amigos, tal vez porque
tenían el mismo color de mi piel—, estaban fuera esperándome para
solidarizarse.
Se trataba de dos mujeres y un hombre colombianos que
están haciendo una estancia de investigaciones en el Instituto de la Paz y los
Conflictos de la UGR. Habían salido con indignación por la actitud del auditorio. Cuando así, se acercaron a mi para mostrar solidaridad. Entre ellas,
él me dijo tocándose la nuca: “Soy periodista, estuve en Cuba y todo el tiempo tuve
a la Seguridad del Estado aquí detrás”